SIGNIFICADO
La palabra bonsái es una palabra compuesta. "Bon" significa bandeja o tiesto y "sai" quiere decir que crece o es cultivado. Si lo traducimos literalmente se podría decir "plantado o cultivado en bandeja o tiesto".
De la misma definición de la palabra se deduce que el árbol tiene que estar sembrado en una bandeja para considerarse bonsai. La palabra "Penjin" se utilizaba en China para referirse al "bonsai".
El bonsái sería el resultado final de una serie de disciplinas: botánica, técnica, arte e incluso filosofía. La meta sería la creación idealizada de la naturaleza. Cualquier especie es susceptible de ser convertida en bonsái, pero siempre es preferible selecionar árboles de hojas, flores y frutos pequeños.
ORIGEN
Basandonos en descubrimientos hechos en pinturas hace más de mil años, podemos deducir que el bonsái se originó en China.
Las primeras referencias conocidas de árboles diminutos se remontan a la dinastía Tang, y fueron descubiertas en dos murales de la tumba de príncipe Zhang Huai, quien murió en el año 706 a.C. En uno de ellos, el sirviente lleva un paisaje miniatura y, en el segundo, otro lleva una maceta con un árbol.
Aunque la teoría de mayor validez es la que dice que los monjes que se encontraban en los monasterios apartados de la vida social y la natulareza, comenzaron a cultivar plantas y las estilizaron de manera tal que aparentaran árboles, arbustos o paisajes.
Aunque muchos piensan que fueron los japoneses los que comenzaron el cultivo del bonsái, no fue hasta que invadieron China cuando tienen contacto con los atractivos "arbolitos enanos", durante el periodo Heian (795-1191 d.C.), y lo más probable es que los llevaran emisarios japoneses enviados a China para estudiar las artes y oficios, el idioma, la literatura y el budismo.
Los japoneses son los que comienzan a reconocer el fascinante mundo del bonsái como un arte, y como fieles amantes de la naturaleza, le dan a estos arbolitos el valor real que conocemos hoy en día.
DE JAPÓN AL EXTERIOR
Para el siglo XVLL los bonsáis habían llegado a las masas japonesas. Su esencia se había reducido al principio de llevar "el universo a un espacio más pequeño". Esta forma artística se inscribió de manera permanente en la cultura y las tradiciones de Japón.
Para mediados del siglo XIX, Japón abrió sus puertas al exterior y, con ello, se propagó la voz de estos árboles diminutos que imitaban a la naturaleza. Cuando se presentaron en la Exhibición Mundial de París de 1900, el secreto ya era público.
En América no es hasta finales de la Primera Guerra Mundial y durante la Segunda cuando conocemos de cerca lo que es un bonsái. En EU, especificamente en California, donde se encuentra una de las más grandes concentraciones de personas orientales en el Nuevo Mundo, es donde comienza a desarrollarse el arte con más auge.
Entre los máximos exponentes del bonsái en América se encuentra John Yoshio Naka, uno de los más grandes maestros del bonsái de su época, incluso en Japón, a quien se atribuye el haber traído este arte a Occidente.
LLEGADA DEL BONSÁI A MÉXICO
La llegada de los primeros bonsáis a México fue toda una odisea, relata don Ernesto Matsumoto, quien pertenece a la familia pionera en la introducción del bonsái en el país.
Fue en los años de bonanza y esplendor del porfiriato, en la última década del siglo XIX, cuando Tatsugoro Matsumoto, abuelo del continuador de la tradición bonsaista en México, introdujo las primeras especies al país.
Lo hizo a pedido del propietario de una mina en Hidalgo, quien deseaba un jardín japonés en una hacienda de San Miguel Regla.
Tatsugoro viajó a Japón para seleccionar las plantas, pero el barco fue sorprendido por la guerra entre China y Japón, y fue desviado a Macao.
El cargamento tardó dos años en llegar a San Francisco, California, donde Tatsugoro se encontró con que los árboles no habían resistido la penosa travesía.
Seis años después, viajó a Japón con la misión de traer más bonsáis y plantas de ornato, pero esta vez se embarcó en ellas y convirtió la bodega en un invernadero para asegurarse de que recibieran agua y los cuidados necesarios.
Matsumoto recibió ofertas de políticos mexicanos y del mismo Porfirio Díaz. Decidió asentarse en la colonia Roma y montar ahí su vivero del que salieron plantas para los jardines del Castillo de Chapultepec y para numerosas casas de abolengo.
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